sábado, 1 de noviembre de 2014

Su nombre era Sombra

"No debes empeñarte en convertirte en lo que los demás esperan, sino en saber quién eres realmente."

Hoy estoy aquí para dejaros un breve relato con el que estoy seguro que varios se sentirán identificados. La historia comienza así...

Hace mucho tiempo, cuando el mayor medio de transporte utilizado eran los zapatos, había una joven que siempre caminaba por la ciudad. Conocía todos los rincones de ésta como la palma de su mano, pero esta chica no era normal, tenía algo que la hacía diferente. Ella siempre se fijaba mucho en la gente, en esos pequeños detalles que marcan la diferencia y sin embargo, nadie se fijaba en ella, no porque fuese ni más guapa ni más fea, sino porque era como si fuese invisible.
Siempre intentaba mantenerse un poco al margen de todo lo que hacían los demás, cuando iba al colegio, había niños que se metían con ella y eso, la hacía ocultarse aún un poco más, ella no quería destacar, sólo quería vivir tranquila y feliz, sin preocuparse por ser el centro de atención y mantenerse en esa postura, cosa que hoy en día pasa con los famosos, llegan a lo alto y si no saben mantenerse en lo alto de la cima, caen en picado y desaparecen del mapa, nadie les recuerda, nadie sabe ni qué trabajos hicieron, nadie valora su trabajo. 
Eso en ella no ha cambiado. 

Una mañana, ya pasados unos años, salió a la calle como cualquier otro día pero esta vez no caminaba, esta vez decidió quedarse sentada en un banco contemplando cómo la gente pasaba delante de ella y se paró a pensar en la cantidad de gente que ella conocía y sin embargo, nadie sabía nada de ella, ni quién era, ni qué hacía, nada. 
Es un poco triste, pues era ella quien cantaba al Sol por las mañanas y quien arropaba a la Luna con su manta de estrellas, era ella quien ayudaba a los ancianos a cruzar la calle y quien hacía reír a esos pobres niños que van atados en sus sillitas, era ella la que daba un toque de felicidad y alegría al mundo pero sólo lo sabía ella.
Todo el mundo aplaudía sus canciones, y todos contemplaban las estrellas que ella utilizaba para tapar la Luna.

Un día, antes de cantar al Sol, se puso frente al espejo, necesitaba saber por qué nadie se fijaba en ella, por qué siempre pasaba desapercibida y sin embargo admiraban lo que hacía y se miró, era gris, no tenía luz en su interior, no era como los demás, no era igual, ella era diferente. Ese día no cantó al Sol y se quedó encerrada en su habitación, las personas que todos los días se cruzaban con ella por la calle empezaron a echar algo de menos, no sabían qué, ni por qué, pero los días eran distintos.
Es así que desde entonces, sólo los días en los que ella sale a la calle, son los días que brilla el Sol, es así que desde entonces se dió cuenta que no había nacido para destacar, pero sí para darle al mundo un toque diferente y es así, como aprendió a convivir consigo misma y ahora, ahí sigue, como yo tras este ordenador, sin que nadie sepa quién soy, los caminos que he andado para estar hoy aquí sentada en mi pequeño sillón, sin que nadie me conozca en realidad como soy, de mí, sólo saben mi nombre y por cierto... 
Su nombre era Sombra




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